Sin remedio.

Adelantos de mi muerte, [quizás]
cargo fotografías a sepia tras cada pasillo, cada puerta y no querrás saberlo,
a veces observo con impresión cada obstáculo, encinto mi boca frustrado,
mi complexión diminuta, es una melodía gloriosa,
por poco y mediocre, ¡Lo soy todo para mí!, prófugo de la vida,
encariñado con las flores escucho silbidos vagos, paseo como un loco y disimulo,
estas sucias palabras, esas que nos hacen ver tan tontos [en plain amour]
estas permisibles y efímeras lágrimas que derrochamos por el ya mencionado,
como estatua a la orilla de un abismo o tal vez no, es muy tarde para confundirse, estorbo al viento,
alejo mis memorias y tengo dos balas solamente,
suficientes para drenar mis penas convalecientes, olas de ideas sin embargo, te observo de soslayo,
de algo tengo ganas y no es de ti, tengo ganas de que ya no seas más la que mis sesos atraviese,
¡Aquí viene! Aquí en cualquier cartucho, aquí en su cañon tan ruidoso...
escondida en su recóndito escondite, vigila, y en un empuje, un sudoroso impulso ¿La vida? -La vida para nada-,
se desliza por un pasillo cilindricamente oscuro, y al final consigue una luz que si ataca bien me hará verla también,
me sienta bien el rojo, ¡es curioso! Mi vista se nubla y aún observo el claro de las nubes,
se cierran mis oidos pero escucho al fondo tus gritos despavoridos. ¡Paz, paz paz! -al fin un poco de-,
pierdo la conciencia, la vida, se va como una botella por el mar con recaditos miserables [crudos recuerdos]
el tiempo pasa pronto, mis brazos quebrados y yo no tengo alas, yo no me elevo cual ángel, ¿dónde iré?
Heme aquí, inerte, esperando al mar ¡Cárgame, arrastrame, susúrrame! ¿Es esta la historia de todos los hombres como yo?
Y con mil recuerdos embotellados, latidos lentos y ojos blancos, ya no más.

Miguel pastillas
Caro misteriosa
Lunero mutilado